domingo, 21 de agosto de 2016

2. India ha vuelto a reir



Son las cuatro de la madrugada en España, las diez de la noche en Venezuela. 
En el siquiátrico reina un silencio sepulcral. La mujer que acostumbra a gritar cada vez que se le cruzan los cables, hace por lo menos un par de horas que está callada, probablemente durmiendo bajo los efectos del último ansiolítico administrado por la enfermera.
-Veo que viajas con bastante frecuencia a Sudamérica -le dijo India a Susi una vez que esta le contó algunas de las aventuras vividas en Bolivia, Chile y Argentina.
-No se me da muy bien el inglés. En el bachillerato estudié francés, y ahora estoy pagando las consecuencias. Lo he intentado aprender muchas veces, pero no logro avanzar. Seguramente se debe a que no dependo de él para comer.
-Es decir, prefieres viajar a países donde se habla español para que sea todo más fácil -concluyó India.
-Sí, lo prefiero, aunque he viajado a Finlandia y Noruega en cuatro ocasiones, y también a otros países donde no se emplea nuestro idioma.
-Y, por qué a esos dos en concreto -interrogó India.
-Me vuelve loca el invierno, el frío, la nieve, los lagos y el mar helados... 
¿Te cuento una anécdota relacionada con mi nulo nivel de inglés? -preguntó Susi.
-Sí, cuenta, a ver si eres capaz de provocarme la risa. Desde que he entrado en el hospital nadie ni nada lo han logrado.
-Fijo que lo consigo, ¡jajaja!
-A ver si es verdad -dijo India sin pintas de alegrarse por el momento ni lo más mínimo. 
-Pues resulta que acababa de aterrizar en el aeropuerto de Helsinki, instalaciones en las que hice pis antes de tomar el autobús que  me trasladaría a la capital del país. Una vez en la estación de esa pequeña ciudad, me entraron muchas ganas de hacer otro tipo de necesidades. A duras penas fui capaz de llegar a los servicios arrastrando todo el equipaje, entre el que se encontraba una bicicleta embalada en una caja de cartón.
-Es fastidiado viajar sola. Nunca te puedes separar de tus pertenencias, incluso cuando vas a los baños -agregó India.
-Sí, pero Finlandia es un país seguro que casi no tiene delincuencia ni robos, así que eso no era lo que me preocupaba.
-¿Entonces?
-Como en otras muchas ciudades europeas, había que meter moneda suelta para poder acceder al retrete.
-Y no la tenías... ¡jajaja!
-Te has reído, condenada, te has reído, ¡jajaja!
No tenía ni un solo euro suelto, pero sí cada vez más ganas de hacer caca, ¡jajaja!
-¿Y cómo solucionaste, mujer?
-Apretando las piernas y buscando cambio, ¡jajaja!
-¿Conseguir monedas sueltas manejando cuatro palabras de inglés? -preguntó India mientras se moría de risa.
-No quedaba otro remedio. Eso o hacer todo por los pantalones, ¡jajaja!
-¿Te dió tiempo?
-¿A qué? -respondió Susi.
-A llegar a una tienda de la estación, o, incluso, parar a alguien y pedirle cambio.
-¿Parar a alguien retorciéndome, mostrándole un billete y balbuceando palabras ininteligibles?
-¡Jajajaja! me estoy meando de risa. Si no fuera por el billete, hasta podrían pedir una ambulancia y llevarte a las urgencias de un hospital, ¡jajaja!
-Afortunadamente, la cosa acabó bien -concluyó Susi-. Me presenté en el mostrador de una tienda y lograron entenderme, casi sin decir nada. 
-Pero, aun así, tenías que llegar todavía a los baños, jajaja.
-¡Qué mala eres, India! Si te interesa saberlo, llegué, entré y... logré encestar dentro, pero con escaso margen, con el tiempo justo para desabrochar el botón y bajar la cremallera, el pantalón y las bragas. -Me muero de risa -dijo India-. ¡Menudo euro más bien invertido!
-No te rías de mí. Soy bastante torpe con el inglés y aun más con los instrumentos musicales.
Hace bastante compré un acordeón barato (por si acaso, ¡jajaja!) y no he sido capaz de mover los dedos de las dos manos a la vez por el momento.
-No es fácil -dijo India-. La disciplina siempre vence a la inteligencia, según los japoneses,  y eso tú lo sabes bien. Poco a poco lo lograrás.
-¿Tocas algo? -preguntó Susi.
-Sí, pero solo un poco de cuatro, es un instrumento venezolano.
-¿De cuerda?
-Si, de cuatro cuerdas. También canté ópera en un coro de una orquesta cuando era joven.
-Para mi gusto, la ópera es el género que más emociones provoca -comentó Susi.
-Si, es pura pasión y belleza- afirmó India.
-¿Te puedo hacer una pregunta?
-Dime, Susi.
-¿Has sufrido alguna agresión física o sexual de niña? 
-Prefiero no contestarte a eso. Espero que no te parezca mal, eh.
-No me parece mal. 
-A ver, Susi, ¿por qué me has hecho esa pregunta?
-No lo sé. Si estás en un siquiátrico después de un intento de suicidio seguro que es por algo, fijo que has ido comprando muchas rifas en la vida.
-No debemos juzgar nunca al suicida, y mucho menos buscar las razones de su decisión. Si llega a consumarlo, se ha muerto, y punto. Igual que te mueres de un cáncer, de un trompazo en un coche o una cirrosis. Además, ya te he comentado el montón de desgracias que se produjeron juntas poco antes de intentar quitarme la vida. No sé por qué razón has ido a hurgar en mi infancia.
-No era mi intención irritarte -dijo Susi intentando capear el temporal que había provocado con sus palabras.
Te voy a confesar una cosa, India. Bueno, confesar, no, porque no he pecado, ni debo realizar penitencia alguna y lo que quiero decirte es algo conocido ya por todo el mundo.
-Dime, Susi.
-Mi marido sí logró suicidarse.