sábado, 22 de abril de 2017

56. Susi no resiste la tentación

India cerró la libreta y se fue a la cama tras apagar la lámpara del salón. Hacía mucho calor y Leo intentó colarse en la habitación para disfrutar también del aire acondicionado, pero la mujer no se lo permitió porque no quería que la molestara cada vez que ladraba o se subía a la cama de un salto. 
La economía de India era muy precaria. El alquiler de sus dos viviendas escasamente llegaba para comer, y la pensión que le correspondía parece que iba para largo en un país que se hundía, por eso no tenía el aire acondicionado en toda la casa.
Al entrar en la habitación donde dormía, todo cambió con los veinte grados.
Leo gruñía y arañaba en la puerta para que lo dejaran entrar. Sabía que si no paraba de molestar, era muy probable que India acabaría cediendo y finalmente le dejaría disfrutar de aquella temperatura tan refrescante. Pero India resistió más que su perrito abandonado, y Leo regresó a su lugar preferido, justo detrás de la puerta que conduce al pasillo y la entrada de la casa. Desde ahí reconoce mejor todos los ruidos de la calle y disfruta un poquito de su peculiar aire acondicionado: la corriente que entra por debajo de la puerta mientras está estirado sobre la baldosa.
En la otra habitación que también da al salón, Susi no lograba quedarse dormida. Había tenido un sueño muy placentero, interrumpido con los ladridos de Leo, una historia bella  y excitante al mismo tiempo:

"Una mujer desnuda abre la puerta de una habitación que está totalmente oscura. Dentro huele a una mezcla de rosas y manzanilla silvestre. Afuera de la estancia era invierno, y dentro, de repente, todo primavera. Cantan los grillos y las cigarras. 
Al caminar, la mujer nota bajo sus pies los brotes tiernos de la hierba que ha comenzado a crecer gracias al calor y las lluvias recientes. Se cierra la puerta, dejan de entrar los copos de nieve y comienzan a cantar los pájaros mientras sigue todo a oscuras. Al fondo suena el murmullo de un riachuelo provocado por las aguas que revolotean sobre las piedras de su lecho.
La mujer se arrodilla para beber, y al pegar sus labios a la superficie del pequeño y tranquilo remanso, se da cuenta de que aquello no es agua, sino los labios de otra sedienta mujer buscando la rica miel de su saliva."

Susi, pensando que esa mujer era India, o deseando que lo fuera, se levanta de la cama, sale del cuarto, cruza el salón, entra en su habitación y cierra despacio la puerta.
Leo levanta la cabeza y vuelve a posarla sobre la baldosa para que le dé en el hocico el frescor provocado por la corriente.
-Es Susi, la amiga de mi dueña, no hay nada a qué temer -piensa el perro adoptado.
India duerme profundamente después de haberse tomado un somnífero y sueña.

"Una mujer desnuda abre la puerta de una habitación que está totalmente oscura. Dentro huele a una mezcla de humo de chimenea, madera y café recién hecho. Afuera de la estancia era verano intenso, y dentro, de repente, otoño ventoso y frío visto desde el interior de una caliente y acogedora casa.
Al caminar, la mujer nota que pisa sobre un cálido piso de tabla y, varios pasos más adelante, sobre una alfombra de lana.
Al fondo suenan los chasquidos de un fuego ardiendo en el interior de una chimenea de piedra.
La mujer se arrodilla para calentarse, y al acercar sus frías manos, se da cuenta de que aquello no es fuego, sino la piel ardiente de otra mujer esperando ser acariciada".

Mientras India soñaba, Susi la acariciaba y al ver que no se despertaba, decidió levantarse y volver a su habitación.
A la mañana siguiente, India le contó a Susi el sueño que había tenido mientras tomaban café y después le dijo:
-Pon una de tus manos sobre la mejilla que quieras.
Susi pegó la palma derecha sobre su mejilla izquierda.
-Tu mano es igual que el calor del fuego a finales de otoño.