martes, 15 de noviembre de 2016

23. Lo que le espera a Susi en Venezuela


India estaba preocupada porque ahora que su amiga Susi ya había llegado a Venezuela, tendría que vivir en carne propia el martirio de las colas para hacer cualquier cosa.
Muchas colas y largas esperas para todo a altas horas de la madrugada. Susi debería incluso pasar la noche entera en la calle guardando el puesto para no perderlo.
En el supermercado la gente guarda fila desde la tarde anterior para tratar de comprar los pocos alimentos y productos de primera necesidad con precio regulado. Pero como hay prohibición del gobierno de estar toda la noche esperando, y puedes ir detenido a pesar de no estar cometiendo ningún delito contemplado en el Código Penal, las personas ignoran sus derechos y aceptan esa situación sin que los organismos públicos, como la Defensoría del Pueblo, haga nada para defenderlas.
A cualquier hora de la madrugada, la gente que se encuentra esperando su turno tienen que salir corriendo y esconderse para evitar ser privados de su libertad ilegalmente.
Eso solo sucede en los países donde no hay control judicial de las actuaciones del poder ejecutivo, tal como está sucediendo en Venezuela actualmente.
En los bancos las cosa se pone más difícil. El ejecutivo ha nacionalizado las principales entidades y las ha fusionado haciéndolas poco funcionales. Demasiados clientes para tan pocas agencias y tan poco personal. Por esto tienen su cuota de personas que serán atendidas cada día, y antes de abrir sus puertas, un trabajador del banco recoge las cédulas de identidad de los que podrán hacer sus operaciones bancarias ese día.
Ello obliga a los clientes a esperar de pie desde la madrugada a las puertas de las instituciones. Si la persona llega después de que se ha acabado el cupo diario, ya no tiene ninguna oportunidad.
Lo que más pena da es ver a las personas de la tercera edad con sus caras taciturnas y sin haber dormido. Algunos en sillas de ruedas, con sus bastones o andaderas, o
sentados en el piso esperando su turno para poder tener la suerte de cobrar su pensión. Muchos de ellos no saben o no confían en las operaciones con tarjetas de débito por los elevados índices de estafas que se producen a diario, y prefieren sacar su dinero directamente en el banco.
Se ven cientos de ancianos en la calle dando lástima, y esto sucede principalmente en la banca estatal.
Se ha generalizado a tal punto esta práctica, que hasta en los consultorios médicos hay que hacer largas colas. Y ni qué decir del resto de las instituciones. No hay un solo organismo público al que se pueda ir y ser atendido inmediatamente.
Para recibir atención sanitaria en alguna institución de salud pública, también debes hacer la fila, esperar tu turno, y si no hay insumos médicos, puedes morir, como le sucedió a un amigo de India que llegó al hospital con un infarto al corazón y murió esperando. 
Por todo ello, India le recomendó a Susi que firmara una póliza de seguro médico internacional en España antes de viajar.
En las farmacias la situación no escapa de este mal. Primero debes tomar un ticket y esperar de pie que te llamen por tu número, pides el medicamento, y si por suerte lo hay, vuelves a hacer otra cola en la caja para cancelar. En caso contrario, debes ir a otra farmacia y repetir el mismo procedimiento. Nada les importa que el medicamento lo necesite el paciente con urgencia y su vida dependa de él.
Se supone que en el año 1999 este gobierno promulgó una nueva Constitución que establece el derecho a una atención de calidad para los ciudadanos. Eso es letra muerta.
El sistema de control social que ha implantado el ejecutivo y el resto de los poderes, se caracteriza por la ineficacia y la inoperancia de los servicios públicos. Y ese mecanismo ha permeado a la sociedad como un cáncer que lo impregna todo. Si el pueblo está ocupado haciendo cola para obtener lo más básico, no tendrá tiempo para protestar y, lo que es peor, se acostumbrará a ser ultrajado, denigrado y pisoteado, y una vez habituado a esa situación, quedará inmunizado contra la protesta. 
La última novedad son las filas para comprar el pan. Ahora, si no se llega a tiempo, ese alimento tan importante y esencial se acaba.
Un país atrasado no  puede continuar de esta manera mucho tiempo. La ineficacia lo paraliza, mientras el resto de las naciones siguen progresando y copando los mercados.
Susi tendrá que aprender a tener paciencia, más aun si cabe al venir de España, un país que, por ahora, sigue disfrutando relativamente de unos buenos servicios públicos.