miércoles, 11 de enero de 2017

43. La persecución


Luego de dos semanas, la fiebre y el dolor abdominal habían cedido y ya Susi estaba casi completamente recuperada del Zika. El reposo y los cuidados de India surtieron sus efectos, aunque también había influido en el rápido restablecimiento, la salud general de Susi antes de que los mosquitos le transmitieran el virus.
India siempre insistió en que guardara suficiente reposo hasta que sanara para evitar complicaciones que podrían ser mortales. Un amigo suyo había fallecido hacía poco de esa enfermedad.
Las dos amigas decidieron el día anterior que India hiciera las gestiones en el hotel para alquilar un carro y regresar a Santa Ana. De esa forma podrían preparar el viaje a Mato Grosso en Brasil, para ir tras la pista de Almir.
India y Susi se levantaron temprano, recogieron todo el equipaje, desayunaron en el restaurante del hotel y salieron en el carro que la recepcionista había conseguido a través de una empresa de alquiler.
Les tomó casi una hora salir de Caracas por las colas. Cuando entraron en la autopista había poco tráfico. Las dos amigas conversaban animadamente hasta que India le dijo a Susi que un vehículo las venía siguiendo desde hacía un rato.
-¿Estás segura de que nos persiguen? -preguntó Susi un poco nerviosa.
-Sí, es ese carro azul y esos dos tipos. Diría que uno de ellos se parece al que me siguió en Caracas y habló conmigo en la cola de la farmacia, pero no estoy completamente segura.
India aceleró la marcha, pasó a varios camiones y se colocó entre dos gandolas en la vía lenta. El chofer del vehículo perseguidor hizo lo mismo, pero se quedó más atrás.
-¿Viste que sí nos están siguiendo? -le dijo India a Susi-. Intentaré tomar la vía alterna a la autopista para tratar de perderlos.
India tomó la vía rápida, aumentó la velocidad antes de llegar a la rampa de salida de la autopista y la tomó velozmente, tanto que estuvieron a punto de volcar en la curva.
El conductor del carro azul hizo lo mismo, aunque menejaba mucho mejor que India, y no tuvo problemas para repetir la maniobra de la mujer.
El vehículo alquilado por India y Susi quedó situado tres camiones por delante de los perseguidores. Y así se mantuvieron varios minutos, hasta que Susi vió por el retrovisor exterior que estaban avanzando una posición. India nada pudo hacer para evitarlo, ya que seguía viniendo mucho tráfico de frente.
De repente, India le dijo a Susi que se agarrara bien y después dió un volantazo para  tomar un camino de tierra lleno de baches y de piedra suelta. El carro daba cada vez más saltos, y al golpear en el suelo parecía que se iba a romper por el medio en cualquier momento, igual que una tiza. India perdía a veces el control  por tratarse de un carro de solo tracción delantera, no apto para ese tipo  de caminos.
De pronto, sintieron que les disparaban a las ruedas desde una ventanilla, así que India aceleró aun más y se agarró con fuerza al volante, al tiempo que las dos bajaban todo lo que podían las cabezas.
El conductor del vehículo azul también apretó más el pedal, pero en una curva perdió el control y se salieron de la vía.
India pudo adelantar un largo trecho del camino, hasta encontrar un descampado donde poder estacionarse. Le dijo a Susi que agarrara las carteras, los teléfonos y una linterna que había en la guantera. Tan pronto lo hicieron,  salieran rápido del carro y corrieron hacia el monte, dejando las puertas abiertas.
India y Susi se internaron en el frondoso bosque corriendo todo lo  que podían sin mirar atrás. Las afiladas hojas de algunas plantas les arañaban y cortaban la piel al  apartarlas para seguir avanzando.
Susi corría más rápido que India y tenía que aminorar la marcha para no perderla de vista.
Habían caminado y corrido tanto tiempo, que ya India no daba más. Fue entonces cuando Susi descubrió entre la maleza la entrada de una cueva. Se introdujeron en ella y guardaron silencio, aunque no pudieron evitar seguir jadeando en medio de la oscuridad.
Los dos hombres se estaban acercando. Lo supieron porque hacían ruido al apartar las ramas bajas de los árboles con los brazos y al pisar la vegetación rastrera del suelo.
Afortunadamente, aquellos malintencionados no vieron la entrada de la cueva y se fueron alejando en medio de la espesura del bosque. India y Susi se quedaron escondidas en la cueva hasta que anocheció. Estaban sedientas y salieron a buscar agua con la ayuda de la linterna. Una vez que la encontraron, saciaron la sed tirándose boca abajo en el suelo, ya que la fuente era muy poco abundante.
Después regresaron a la cueva, pero prefirieron dormir fuera, sobre un colchón de hojas y restos de vegetación que juntaron entre las dos.
Susi vivaqueaba por primera vez en un bosque húmedo de Sudamérica, aunque ya lo había hecho muchas veces en el altiplano.