jueves, 8 de diciembre de 2016

34. Susi tuvo tentaciones


India y Susi tomaron el ferry de vuelta al continente lo antes posible, luego de recibir la llamada de Yubirí informándoles que Martinha había sido detenida por la policía secreta y trasladada a la cárcel de mujeres de Caracas.
No sabían si podrían verla, pero querían intentarlo.
La mala noticia entristeció a India, y Susi notó que su amiga ya no era la misma desde que se había levantado por la mañana.
Ni siquiera las bromas que le hacía conseguían arrancarle una sonrisa mientras regresaban a la costa venezolana en la misma embarcación oxidada que las había llevado a la isla.
El mar estaba en calma, pero se avecinaba una nueva tormenta según las previsiones. Quizás tan fuerte y violenta como la que tuvieron el día que llegaron, la horrible noche que se fue la luz en el restaurante y se encontraron con Yubirí, un personaje misterioso que a Susi le dio mala espina desde el primer momento que la vio.
-Vuelves a estar triste. Parece que mi compañía no es suficiente para ayudarte a superar tu enfermedad -le dijo Susi a India mientras ambas miraban a lo lejos apoyadas en la gruesa barandilla de la proa.
-La cosa no es tan fácil como tú crees -contestó India manteniendo su mirada clavada en el horizonte-. Si dependiera de mí estar bien... Pero no es así. La cabeza nos gobierna, y su mandato puede ser justo o cruel. Si es generoso, nos deja respirar y vivir en paz aunque, paradójicamente, luchemos contra nuestras flaquezas o los problemas cotidianos.
Pero si su gobierno es despiadado, te oprime y te sume en la más absoluta postración o apatía, o te llena de ansiedad para que no encuentres tranquilidad ni descanso.
No existe batalla más inhumana que aquella en la que debes salir de la trinchera ofreciendo
 los pechos a las balas, sabiendo de antemano que no darás más de diez pasos.
Las bombas hacen mucho daño cuando traen en su interior un racimo escondido: desprecio, olvido, desamor, silencio, incomprensión...
Lo importante son los niños y los jóvenes, como si los mayores o los enfermos tuvieran que apartarse para hacerles sitio, como si haber vivido fuera motivo suficiente para dejar morir a la gente de tristeza, soledad y hastío. Y no se puede llevar la contraria, porque te dirán que es ley de vida y que todo debe seguir su curso natural.
Ley de vida es que no te dejen sola en el último minuto, porque es justamente el único que te queda lleno de pasado, pero sin presente ni futuro, el más volátil. Ya no te asfixias porque no necesitas respirar -dijo India al tiempo que le caían lágrimas.
Susi no supo o no quiso contestar. Prefirió arrimarse a ella y abrazarla, de lado, sin mirarla. Después le dijo:
-Sanarás, te lo aseguro. Y para ya de llorar, no ves que tus lágrimas resultan insignificantes sobre la inmensidad del mar.
Te debes rebelar -dijo Susi.
-¿Enfrentarme contra quién? ¿Levantarme contra mi propia cabeza sin armas? ¿Suplicarle que me gobierne de buena forma? -preguntó India.
-Sí -respondió Susi-. Declararle la guerra.
-¿Cómo puedo hacerlo? -preguntó de nuevo India.
-Si no tienes armamento, búscalo, fabrícalo, o róbaselo cuando esté desprevenida, mientras permanezca medio dormida -aconsejó Susi.
-¿Qué clase de armas? ¿Parecidas a cañones que tiran balas? ¿Algo similar a dejar caer bombas desde los aviones?
-Sí y no. Usa palabras que formen frases. Ideas convertidas en oraciones que vuelen muy alto, tan arriba que no pueda defenderse de ellas con su artillería antiaérea. Una tormenta cargada de pensamientos que descarguen con fuerza sobre ella firmes intenciones, convicciones y fe. 
Una vez desalojadas las ideas recurrentes y los malos pensamientos, podrás ocupar la vivienda tú, y plantar en el huerto árboles que en vez de frutos den palabras de aliento, y así poder defenderte contra el desánimo, la debilidad y la falta de fuerza.
-¿Qué palabras o ideas debo usar para colocar en la cabeza de las balas? -preguntó India.
-Las que quieras. Frases que te obliguen a hacer cosas, listas de tareas, "debo hacer sin falta todo esto", o "no me acostaré sin acabar"...
India se quedó pensando en lo que acababa de decirle Susi... Sustituir los malos pensamientos... Lo mismo que le había comentado su nueva sicólogo. 
El problema era encontrar los buenos pensamientos. Cada vez que leía frases de aliento le parecían vacías frente a los problemas mentales que tenía que enfrentar.
Resulta muy fácil imaginar palabras bonitas cargadas de optimismo. Lo difícil es que sean efectivas al enfrentarse con la cruda y negativa realidad.
Su situación actual era preocupante debido a la depresión y la falta de ánimo. Pero tal vez Susi tuviera razón y su sicólogo también. Debía sacar fuerzas así no quisiera para cambiar la negatividad de su mente y volverse optimista.
Habían muchas personas que estaban peor que ella y sin embargo seguían luchando porque no se dejaban vencer por el pesimismo. Sacaban fuerzas de los buenos pensamientos...
India siguió meditando en las palabras de Susi, hasta que llegaron a la posada Los Corales en Playa Luna del Puerto San Juan, donde pasarían la noche antes de continuar el viaje hacia Caracas.
Esa tarde, antes de la cena, volvió una tormenta que provocó otro corte de energía eléctrica. Al menos la posada tenía generador de electricidad de emergencia. 
Susi no podía relajarse y se metió en la cama de India para poder conciliar el sueño, pero tardó en dormirse. Se acordaba de la noche que habían pasado juntas India e Isabel. Y tuvo la misma tentación. Quiso rozarle la piel de uno de sus pechos con las yemas de los dedos, aunque finalmente no se atrevió.
Por la mañana seguía lloviendo, eso sí, con menor intensidad. El carro encendió a la tercera vuelta de llave. Algo estaba fallando en el vehículo alquilado que estaba casi nuevo. Seguramente la bomba de inyección. 
En Venezuela hace ya tiempo que no se limpian los tanques del  combustible en las gasolineras