martes, 20 de septiembre de 2016

6. Javier de la Cruz Pérez, el Cid Puyador o Perico Metralleta.


Tras dos años de comunicación, Susi dejó de hablar con India. Al llegar a casa; su padre, su marido y su suegra le requerían todo el tiempo libre, y cuando se daba cuenta, era ya muy tarde.
India no se lo tomó mal ni le reprochó nada a Susi. Sabía que, tarde o temprano, ello ocurriría.
Susi guardaba un grato recuerdo de India, persona que estuvo muy necesitada afectivamente desde que intentó suicidarse. Pero de lo que más disfrutó fue de las historias que India le contaba, especialmente de la noche de los once polvos.
Susi la conservaba aún en el chat. En ella, ambas mujeres hablaron así:

-Perdona, pero es casi la onceava vez que te pregunto si las contaste -dijo Susi.
-¿Acaso dudas de mí? -contestó India.
-No, pero me parece un cosa fuera de serie, algo que no es de este mundo terrenal y que no se lo creerá nadie.
-No te engaño, ni conté mal. Fueron once,  o diez y la propina, y todos con ella igual de dura, de principio a final.
-¡Menuda fiesta! -dijo Susi-. Podía satisfacer a once mujeres, más de una vez a media docena, o... 
-Le salen muchos tipos de cuentas. No dudo que haya hecho alguna vez lo que dices -respondió India.
-¿Durante tu matrimonio?
-No. Después de que la mujer lo dejó -agregó India.
-¡Hagan cola y agarren su número! ¡Jajaja! ¡Y las últimas no se quejen si faltan unos milímetros de su tamaño reglamentario.  Sean comprensivas, por favor.
-No te creas que perdía dureza -aclaró India.
-¡Qué bárbaro! ¡Qué fenómeno! Ni que tuviera una prótesis interna accionada con bombín ¡Jajaja! ¡Eso debía ser tan potente como el basculante de un camión! -dijo Susi ensalzando la función del miembro de Javier.
-Yo no sé si lo habré idealizado con los años, pero así lo recuerdo -agregó India.
-¡A ver si en realidad era un pepino que traía siempre escondido!
-¡Jajaja! Te gusta el tema, ¿no? -preguntó India.
-Sí. ¡Menudo fenómeno!
-¿Y nunca has tenido una experiencia parecida? -preguntó India.
-Difícil encontrar a un hombre como ése en el mundo terreno. Con un novio lo hice seis veces. Pero al día siguiente bajó mucho la cosa.
-Pues mi marido podía hacerlo a diario. Después de la primera noche, cuatro meses seguidos de cinco a seis todos los días. ¡Era una máquina! Yo me imagino que eso tiene sus ventajas y desventajas -agregó India.
-¡Tu Javier se confundió de oficio!
Si en vez de producir tomates, alquila el pepino, ahora estaría forrado de dólares.
-¡Jajaja! -rió India-. Pero, como te decía, tiene sus desventajas. Es como una enfermedad.
-¿Desventajas para quién? -preguntó Susi.
-Para él, porque si no tiene mujer debe buscarla obligatoriamente como sea y donde sea.
-O matarse a pajas escondido detrás de unos matorrales o unos cañaverales -aportó Susi.
-¡Jajaja! Pobre. Cuántas no se habrá hecho en su vida.
-Pues multiplica, a diez por día... suficiente para una buena quesería. 
Un honor para el pueblo de San Vicente tener un semental tan valeroso, potente y valiente.
-¡Jajaja!Le deberían dedicar una calle. Capaz si tú fueras el alcalde lo condecorarías -dijo India.
-No, porque seguro que también se habría tirado a mi mujer.
-¡Jajaja! -rió India.
-Aún así, le dedicaría una calle, una plaza o, mejor aún, un monolito o una fuente, muy apropiados para la ocasión, los últimos dos.
-¡Jajaja!Me meo de la risa. Bueno, entonces que se sepa la verdad de una vez por todas y se le reconozcan sus méritos -dijo India.
-Sus méritos son dignos de figurar en la enciclopedia venezolana al lado de otras grandes pero mucho menores y valerosas gestas.
Ya quisisera Camilo José Cela ser testigo de tu confesión y vivir para hacerte un exaustivo interrogatorio, igual que  cuando investigó el caso del Cipote de Archidona ¿Lo conoces?
-No, no lo conozco -contestó India.
-Aquello también fue memorable, pero nada comparable con la magnitud y la funcionalidad del muy servicial órgano de tu marido.
Lo de Archidona fue solo un disparo y un récord balístico, aunque de muy buenos parámetros y peores consecuencias.
Pero esto que me cuentas es diferente. Es un combate a once asaltos sin descansos. ¿Te imaginas que hubiéramos estado esa noche las dos con él y que hubiéramos colaborado para mantenerlo erecto mucho más tiempo? 
¿Tú que opinas? ¿12? ¿14?...
En fin. Yo propongo que la calle se llame Perico Metralleta, porque también los carneros abastecen a unas doce o más ovejas -concluyó Susi.
-Y yo, Javier de la Cruz Pérez, el Cid Puyador, nombre singular y sufrido al mismo tiempo, épico y valeroso, reconquistador de todos los coños, el gran eyaculador, el noble guerrero de los once polvos, el poderoso libertador, el barrenador, el gran surtidor...
-Menuda pareja nos hemos juntado, jajaja. Me meo de tanto reirme. Menos mal que tenías sueño, Susi, ya van a ser las dos y media de la madrugada.
¿Lo llevamos a pleno y así deciden todos los miembros?
-Esto reanima a los muertos, ¡jajaja!
-¡Jajaja! -rió India a carcajada limpia.
-La verdad es que resulta muy difícil topar con alguien que lo tenga todo al mismo tiempo: un miembro de tamaño generoso y una función poderosa, propia de las armas de repeticion.
Imagínate un miembro de lo mejor con eyaculación precoz.
-La de mi marido no era precoz. Era normal. Aquella noche lo inundó todo. Y manaba muy caliente.
-No me entiendes. Digo que lo tiene todo. Miembro y función. El miembro sin la función solo sirve de adorno, para recibir caricias y falsos elogios.
-¿Y al revés? ¿Y la función sin el miembro?
-Tampoco sirve, o si no, prueba meterte el dedo once veces.
-Exacto. La naturaleza floreció en ese ser para que él, a su vez, repartiera el polen de su miel a tutiplen.
-Y dejó a otros en la más absoluta y ridícula  miseria. ¡Qué mal! ¡Qué injusticia! Que él pueda hacer gozar a una docena y que a otros ni siquiera se les ponga la picha dura, firme o tiesa, como el monolito de granito que yo solicito a estos concejales.