lunes, 3 de abril de 2017

53. Pasado, presente y futuro

India y Susi pasaron abrazadas toda la noche dando gritos, pero ninguna de las dos intentó abandonar la cama cada vez que los drones del Tarántula las atacaban.
La puerta de la habitación permanecería cerrada hasta las ocho de la mañana, y también cortado el suministro eléctrico.
Nada podían hacer para defenderse, y no tenía mucho sentido levantarse y tropezar con El Tarántula, así que no se movieron de la cama, ni siquiera cuando las dos manoarañas peludas comenzaron a pellizcarles los dedos de los pies, las nalgas, las tetas, y las orejas.
En la madrugada escucharon
 que el gabinete que había puesto India sobre la trampilla del suelo se movía. 
-¡India! ¡Están tratando de abrir la compuerta del suelo que lleva al sótano! ¡Aaaaay! ¡Auxilioooo! ¡Noooo! -gritó Susi.
Sin que las mujeres pudieran ver nada, un grueso tentáculo comenzó a empujar lentamente la trampilla hasta que consiguió desplazar totalmente el gabinete. Era un pulpo gigantesco, baboso, con ocho tentáculos enormes y una cabeza descomunal.
Al quedar abierta la portezuela, se formó corriente y las mujeres temblaron aun más, de frío y miedo.
El enorme animal se arrastró por el suelo hasta situarse sobre los pies de la cama, donde seguían abrazadas India y Susi
. En la habitación olía a una mezcla de pescado y sal procedente de la sima que conectaba con el mar.
Durante unos instantes se mantuvo el silencio, justo hasta eI momento en que uno de los tentáculos se introdujo por debajo de la sábana que cubría a las mujeres, y con sus húmedas y frías ventosas se aferró al tobillo de India.
-¡Aaaaay! ¡Aaaaay! ¡Susi, algo se me ha pegado a la pierna! ¡Ayúdame a quitármelo! -gritaba la mujer desesperada mientras se sacudía intentando soltarse sin conseguirlo.
El enorme bicho atacó con el resto de sus extremidades y sujetó las piernas y los brazos de Susi, quien comenzó a luchar para zafarse.
Ambas mujeres quedaron inmovilizadas por la fuerza del animal aunque se retorcían inútilmente.
Una de las ventosas succionaba con fuerza un pezón de India, mientras otro tentáculo estaba pegado a su clítoris. Cuanto más oposición ofrecía, más fuerte la apretaba el pegajoso animal.
-¡Susi, ayúdame, este bicho me quiere violar! -gritaba India.
-¡No puedo moverme, me tiene atrapada! -le contestó Susi.
Por la mañana, al levantarse las dos mujeres, India le contó a Susi el sueño tan fuerte que había tenido, y Susi le contestó que ella también lo había pasado fatal al ver cosas tan horribles. 
Ya en el comedor, mientras desayunaban leche de ballena e insectos fritos, Susi le hizo una pregunta a India.
-¿Aceptas un reto?
-A ver, ¿de qué se trata?
-Busca una imagen o una metáfora muy fuerte del presente. ¿Difícil?
-Sí -contestó India.
-A ver, piensa -insistió Susi.
-Es que el presente casi no existe. Es efímero. Se te escapa.
-Sí, pero siempre es presente.
-Podría ser el instante cuando te bañas en un río.
-¿Por qué?
-Porque nunca te bañas en el mismo. El agua es otra siempre.
-¿Alguna imagen más? -preguntó Susi.
-No -contestó India.
-Te regalaré cuatro: la primera gota del deshielo, un cumpleaños, la noche de fin de año y un despertar.
-¡Qué bien! -exclamó India.
-Y ahora una del futuro -solicitó de nuevo Susi.
-Ya voy... Déjame pensar... Una gallina empollando sus huevos.
-¡Bien! También podría ser una niña o un niño naciendo.
Ahora, una imagen del presente sin futuro -pidió Susi.
-Un niño muriéndose, o muerto -añadió India.
-Muerto no. Tiene que tener presente, pero no futuro. Me refiero a la vida que le queda antes de morir -dijo Susi.
-¡Ah! -exclamó India.
-Ahora una imagen sin futuro, ni pasado, ni presente, que sea muy fuerte -solicitó Susi.
-Una persona con Alzheimer.
-¡Bien! Un niño que viene muerto al mundo. A ver, otra...
-No se me ocurre nada...
-Un amor no correspondido. No hubo, no hay, y no habrá caricias ni besos. 
Dime una del presente, pasado y futuro, todo junto.
-Una persona joven caminando por un sendero.
-Mejor la juventud.
-Sí, queda mejor.
-¿Quieres que te cuente un cuento?
-Sí -dijo India.
-Es muy parecido a la imagen de tu río.
-Cuenta.
-Siempre quise mucho a mi padre porque me enseñó de niña cómo vivir el presente, el pasado y el futuro al mismo tiempo. Me llevaba en el manillar de su bici a una huerta que teníamos cerca de casa. Para llegar a la finca alquilada, había que pasar por un puente que estaba sobre la vía.
Mis padres era felices porque nos veían crecer, igual que dos plantas cuando las riegas.
Sobre el puente descubrí que se podía experimentar al mismo tiempo el presente, el pasado y el futuro. ¿Sabes por qué, India?
-No.
-Piensa...
-No sé.
-Pasaban muchos trenes cargados de carbón. Yo les tenía miedo, pero me gustaba esperarlos escondida y protegida arriba, sobre el puente, detrás de sus muros. Era muy pequeña. Cuando el convoy estaba debajo de mi tembloroso cuerpo, cuando ya había pasado la cabeza echando la humareda blanca, yo tenía bajo mis pies el presente, mirando a un lado el pasado, y al otro lado el futuro. Tres en uno, igual que el agua de tu río, un tren mucho más largo, por cierto, que el mío.
Susi se puso a llorar, y dijo:
-De los tres, solo debe quedar el puente. Mi padre y el tren ya se han ido.