sábado, 26 de noviembre de 2016

29. India y Susi se entrevistan sin saberlo con un agente de los servicios secretos


Una vez sorteados varios atascos de tráfico en la autopista, finalmente India y Susi llegaron a Puerto San Juan, donde se encontrarían en la Posada Los Corales de Playa Luna con Yubirí, la amiga común de India y Martinha, esta última la hermana de Almir.
Habían quedado por teléfono que cenarían las tres juntas esa noche.
Al instalarse en la cabaña a orillas del mar, ya les habían informado en la recepción que Yubirí se encontraba en la posada.
Luego de darse una ducha y arreglarse, fueron al encuentro de Yubirí, que estaba esperándolas en el restaurante desde cuyo interior se podía sentir como rompían las olas y ver la linea de farolas que iluminaban toda la playa.
Era noche de luna nueva y el mar embravecido por una tormenta tropical impactó a Susi. Los truenos resonaban con fuerza en el recinto y, de pronto, se apagó todo. El amplio local se quedó a oscuras. Los relámpagos mostraban las siluetas de las embarcaciones ancladas cerca de la orilla dando tumbos de arriba a abajo debido al 
fuerte oleaje. El viento movía con fuerza implacable los cocoteros. Las farolas de la playa también se apagaron tras caer otra chispa a poca distancia.
Susi se estremeció y se quedó quieta. India se acercó casi a tientas a una de las mesas más apartadas donde sabía que estaba la mujer que buscaba, porque allí la vio antes de que se cortara la luz. Al activarse el generador de emergencia, India pudo comprobar que era Yubirí, aunque mucho más vieja y acabada por el paso de los años.
Al reconocerla, India la llamó por su nombre y, emocionada, se aproximó a su amiga para abrazarla, pero Yubirí ni siquiera se levantó de la silla.
La recibió fría y distante, dejándose abrazar sentada en la silla, como si no tuvieran años sin verse y no la extrañara en lo más mínimo.
India se percató de que ocultaba una cicatriz debajo del maquillaje de la mejilla derecha, pero no quiso inoportunarla. Le presentó a Susi. El saludo que recibió de Yubirí fue todavía más seco: un apretón de manos simplemente.
Una vez instaladas en la mesa, luego de ordenar la comida al camarero acompañada de batidos de frutas naturales, comenzaron a hablar.
India le preguntó si recordaba a Martinha, la hermana de su novio Almir, el que se fue de la isla Perlas hace más de treinta años, y le confirmó lo que le había dicho por teléfono, que necesitaba encontrarse con ella.
Yubirí mostró curiosidad, quería saber para qué buscaban a Martinha. Pero India no quiso decirle el motivo por temor a que no le creyera la historia de Almir, y que después de tanto tiempo quisiera buscar sus restos para darles una digna sepultura.
Le comentó simplemente que deseaba reencontrarse con su amiga Martinha, a quien tenía mucho tiempo sin verla.
Lo que India no sabía era que durante todos esos años, la vida de Yubirí había dado un vuelco. Ahora pertenecía a uno de los colectivos armados que apoyan el régimen dictatorial de Nicolás Maduro, además de haber sido reclutada para el Servicio Secreto de Inteligencia Militar como camarada cooperante.
Tampoco sabían que ya Yubirí sospechaba de ellas, pero les explicó que sabía dónde encontrar a Martinha, y que debían ser cautelosas porque estaba escondida en un viejo edificio deshabitado de Isla Perlas, luego de que la buscara la justicia por estar imputada como desestabilizadora del gobierno.
Les dijo que Martinha formaba parte de una organización de derechos humanos, en la que realizaba actividades como activista.
Acordaron que se encontrarían dentro de tres días en Isla Perlas y que les diría donde se escondía, luego de contactarse por teléfono. Esa espera les caía bien, porque así, India y Susi tendrían tiempo de descansar en Playa Luna.
Cenaron y se despidieron.
Por la  noche la tormenta no amainó, e incluso fue a mayores. Al acostarse en la cabaña tan cercana al mar, Susi tuvo miedo. Desconocía cómo eran las tormentas tropicales en Venezuela. En las costas de Galicia también las sufrían, pero no tan impetuosas y virulentas.
Susi se acostó desvelada en su cama ya entrada la madrugada, mientras India ya dormía desde hacía mucho rato en la cama contigua a la suya.
Soñó que Martinha, India y ella eran torturadas en un calabozo en Isla Perlas. Encerradas sin agua ni comida por tres días, con las luces encendidas y agentes militares que las interrogaban y amenazaban con matarlas.
Como no aportaban información alguna, las mojaban con agua helada y les daban una golpiza con bates envueltos en almohadas para que no les quedaran moratones y otras marcas visibles.
Susi no aguantaba más. Lloraba y gritaba. Al estar en un sótano cinco pisos por debajo de la superficie, en la llamada Tumba, nadie podía escucharla.
Muy asustada, Susi se despertó llorando y se acercó a la cama de India, quien enseguida se levantó y le preguntó qué le pasaba. Susi le contó la pesadilla que había tenido y le pidió por favor que la dejara dormir con ella. Se acostaron las dos. India la abrazó hasta que se quedaron dormidas, como si fueran hermanas.
A la mañana siguiente, despertaron todavía abrazadas, pero ya la tormenta había dejado paso a un sol radiante, y el mar, por fin, estaba en calma. No había olas y el agua parecía la de una gran piscina. India y Susi se pusieron los trajes de baño y salieron de la cabaña corriendo dispuestas a darse un chapuzón. Después, desayunaron bajo una sombrilla en la arena.
Susi se fijó en los enormes edificios que se veían a lejos en Isla Perlas.
En uno de ellos, totalmente vacío debido a la crisis del petróleo y el ladrillo, se escondía Martinha.